Pero yo sé que las otras, las que escuecen, las que apestan a humanidad corrompida, a sangre derramada, a la miseria de los que no son de nadie, también están ahí, formando parte del puzzle de mi vida. Señor, tú me has acompañado siempre, como telón de fondo de mi vida, de esa vida que he vivido con profundidad, gastada por los demás, feliz de haberla dado...
Solo te repito lo de siempre: «Aunque camine por valles oscuros, no temo, porque tú vas conmigo; la certeza de tu presencia me consuela».