Si la Cuaresma está marcada por la idea del Éxodo, salida de la esclavitud hacia la tierra de la libertad, entonces la Cuaresma ha de ser como una especie de éxodo personal y comunitario, la salida de nosotros mismos, de nuestros egoísmos, y el camino hacia el hermano, el prójimo, el otro. El hermano es el eslabón para ir al Padre y preparar la Pascua, como lo hizo Jesús.
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