A LA ASOCIACIÓN ITALIANA DE MAESTROS CATÓLICOS
Sala Clementina
Viernes, 5 de enero de 2018
Queridos hermanos y hermanas:
Os doy la bienvenida a vosotros, representantes de la Asociación italiana de maestros católicos, con ocasión de vuestro congreso nacional y agradezco al presidente por sus palabras.
Quisiera proponeros tres puntos de reflexión y de compromiso: la cultura del encuentro, la alianza entre escuela y familia y la educación ecológica. Es también un aliento al hecho de hacer asociación.
En primer lugar, os agradezco por la contribución que dais al compromiso de la Iglesia por promover la cultura del encuentro y os animo a hacerlo, si es posible, de modo aún más minucioso e incisivo. De hecho, en este desafío cultural son decisivas las bases que se ponen en los años de la educación primaria de los niños. Los maestros cristianos, que trabajan tanto en escuelas católicas como públicas, están llamados a estimular en los alumnos la apertura al otro como rostro, como persona, como hermano y hermana por conocer y respetar, con su historia, con sus méritos y defectos, riquezas y límites. La apuesta es la de cooperar en la formación de chicos abiertos e interesados en la realidad que los rodea, capaces de tener atención y ternura —pienso en los matones—, que estén libres del prejuicio difundido según el cual para valer hay que ser competitivos, agresivos, duros con los otros, especialmente con quien es diferente, extranjero o quien de cualquier modo se ve como un obstáculo a la propia afirmación. Este, desafortunadamente es un «aire» que a menudo nuestros niños respiran, y el remedio es asegurarse de que puedan respirar un aire diferente, más sano, más humano. Y para este objetivo es muy importante la alianza con los padres.
(LA SEGUNDA PARTE APARECERÁ PUBLICADA EL LUNES 14 DE MAYO)
Quisiera proponeros tres puntos de reflexión y de compromiso: la cultura del encuentro, la alianza entre escuela y familia y la educación ecológica. Es también un aliento al hecho de hacer asociación.
En primer lugar, os agradezco por la contribución que dais al compromiso de la Iglesia por promover la cultura del encuentro y os animo a hacerlo, si es posible, de modo aún más minucioso e incisivo. De hecho, en este desafío cultural son decisivas las bases que se ponen en los años de la educación primaria de los niños. Los maestros cristianos, que trabajan tanto en escuelas católicas como públicas, están llamados a estimular en los alumnos la apertura al otro como rostro, como persona, como hermano y hermana por conocer y respetar, con su historia, con sus méritos y defectos, riquezas y límites. La apuesta es la de cooperar en la formación de chicos abiertos e interesados en la realidad que los rodea, capaces de tener atención y ternura —pienso en los matones—, que estén libres del prejuicio difundido según el cual para valer hay que ser competitivos, agresivos, duros con los otros, especialmente con quien es diferente, extranjero o quien de cualquier modo se ve como un obstáculo a la propia afirmación. Este, desafortunadamente es un «aire» que a menudo nuestros niños respiran, y el remedio es asegurarse de que puedan respirar un aire diferente, más sano, más humano. Y para este objetivo es muy importante la alianza con los padres.
(LA SEGUNDA PARTE APARECERÁ PUBLICADA EL LUNES 14 DE MAYO)
Imagen: youtube.com