La protección es algo natural, adaptativo, instintivo y necesario para la supervivencia, pero debemos encontrar un equilibrio para que la protección le permita autonomía, maduración y crecimiento. No se trata de exponerlos a peligros y sufrimientos, se trata de dejarlos crecer y madurar. La sobreprotección tiene consecuencias negativas, no dejamos a los niños/as crecer y completar su maduración psicológica y desarrollo.
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