PROYECTO “ENTRAÑAS”
MARCO
PARA EL DESARROLLO Y LA EDUCACIÓN
DE LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA
COLEGIOS VIATORIANOS DE LA PROVINCIA DE
ESPAÑA
“Dejad que los niños vengan a mí y no se
lo impidáis”. (Marcos 10, 14)
“Sin la oración toda
acción corre el riesgo de quedarse vacía y el anuncio finalmente carece de
alma. Jesús quiere evangelizadores que anuncien la buena noticia no sólo con
palabras sino sobre todo con una vida que se ha transfigurado en la presencia
de Dios”. (Papa Francisco, E. G. 259)
1. PREÁMBULO
La escuela educa y eso significa que ayuda a sacar afuera lo
que hay en el interior de uno mismo. Tenemos el deber de ayudar, acompañando, a
ahondar en nosotros mismos y así despertar la dimensión espiritual.
Como Escuelas Viatorianas señalamos que: “El colegio
viatoriano, como estructura al servicio de la evangelización de la Iglesia,
ofrece y propone un programa educativo integral, en el que presenta la persona
y el mensaje de Jesús de Nazaret como modelo de plenitud; por tanto, de felicidad.
Invita a cada miembro de
la Comunidad Educativa a trabajar esta dimensión. Para ello:
- Promueve el desarrollo de
la dimensión religiosa de la persona, y la apertura a la trascendencia, en
todos los componentes de la comunidad educativa -sean creyentes o no-,
mediante:
- La educación
de la interioridad y el desarrollo de la competencia espiritual.
- La educación
en valores y actitudes humanas que nos abren a los demás.
- Una actitud
de apertura y respeto a otras confesiones cristianas (ecumenismo) y a otras
religiones (diálogo interreligioso), así como con los no creyentes.
- Ofrece un primer anuncio
del Evangelio que favorezca una verdadera experiencia personal de fe,
mediante:
- La
presentación significativa del camino abierto por Jesús de Nazaret y la Virgen
María.
- El contacto
asiduo con la Palabra de Dios.
- La
interpretación de la realidad individual y social desde claves evangélicas.
- La oración
personal y comunitaria, momentos de celebración litúrgica y convivencias
cristianas.
- Encuentros
específicos con otros creyentes y comunidades cristianas”.[1]
Hablar de un Marco para el desarrollo y la educación de la espiritualidad
cristiana en los colegios viatorianos de la Provincia de España es dar a
entender la existencia de una propuesta de referencia común, que unifica e
intenta orientar el trabajo de esta educación.
Dentro de este Marco se moverán las concreciones que se
lleven a cabo en cada uno de los centros teniendo presentes el contexto, las
circunstancias y posibilidades de cada colegio.
En definitiva, la interioridad y la espiritualidad son una
dimensión constitutiva de toda persona y como tal necesita desarrollarse “hacia
dentro” y “hacia afuera”. La cuestión está en el equilibrio entre oración y
compromiso; entre contemplación y acción, ese que nuestro fundador, el P. Luis
Querbes, condensó en esta máxima: “Para que en todo, adorado y amado sea
Jesús”.
2. ALGUNOS TÉRMINOS Y SU SENTIDO
Interioridad
No tiene nada que ver con los rincones de espacio o tiempos
específicos, sino con la dimensión profunda que tiene la vida. “Recia cosa
sería que solo en los rincones se pudiese hacer oración”.[2] La mística verdadera consiste en descubrir que Dios está en el
corazón de la vida, con sus dolores y gozos, sus jaleos y trajines.
Interioridad es vivir desde dentro y relacionarnos con el
exterior desde lo profundo y auténtico, con capacidad para reflexionar,
discernir, amar y optar en libertad personal y en solidaridad. Interioridad y exterioridad
se complementan. Se opone a superficialidad y dispersión.
Espiritualidad
Es la “Dimensión
profunda del ser humano que trasciende las dimensiones más superficiales y
constituye el corazón de una vida humana con sentido, con pasión, con
veneración de la realidad y de la Realidad”[3].
Tiene que ver con la “Forma de vivir de aquellos que se dejan guiar por el
Espíritu de Dios”[4]. También
es la “Forma de vida que se deja llevar por el Espíritu de Cristo“[5].
Competencia espiritual
“La inteligencia
espiritual es la raíz de la vida espiritual, pero la espiritualidad no es la
religiosidad. La vida espiritual es búsqueda, inquietud, anhelo de sentido,
camino hacia lo desconocido, autotrascendencia”[6].
La competencia
espiritual consiste en la toma de conciencia del propio mundo interior y de la
necesidad de cultivarlo. Configura toda la persona y todas sus actuaciones. Una
persona “espiritualmente competente” es aquella persona capaz de situarse ante
la vida desde un fundamento y con un horizonte.
Religiosidad
Ésta tiene que ver con
el concepto de religación y presupone el reconocimiento de una alteridad. “La
religiosidad expresa la capacidad de religarse que tiene el ser humano, de
vincularse a un Ser que reconoce como distinto de sí y con el que establece
alguna forma de comunicación. Religación es vínculo, comunicación,
reconocimiento de la alteridad. La vida interior y espiritual pueden desembocar
en la religación. La religiosidad no es la confesionalidad, porque ésta
consiste en la libre identificación con un credo religioso e incluye el sentido
de pertenencia a una comunidad de fieles y la práctica de determinados
rituales”[7].
3. DIMENSIONES DE
LA EDUCACIÓN INTEGRAL
Una educación integral
es la que desarrolla en plenitud todas las dimensiones de la persona. La
Propuesta Educativa Viatoriana[8]
recoge estas dimensiones y entiende que para la educación de la interioridad
todas esas dimensiones son importantes y han de ir creciendo y desarrollándose
desde un centro: la experiencia interior de la persona.
Dimensión personal
“El colegio viatoriano, como estructura al
servicio de las personas, ofrece y propone un programa educativo integral, para formar personas según el modelo del
Humanismo Cristiano”.[9]
Esta dimensión
comprende todo lo relacionado con el cuerpo, como forma de expresión del mundo
interior para lo que nos apoyaríamos en las diferentes herramientas de las que
el ser humando dispone: expresión oral y escrita, plástica, musical, coral y
relajación. Educar esta dimensión supone trabajar el cuerpo por medio de
técnicas de relajación, consciencia corporal, ejercicios de estiramiento,
ritmos respiratorios, danza, expresión corporal… etc. Desde aquí se intenta
potenciar el equilibrio físico y la unificación del cuerpo con el mundo
interior de la persona. Abarca todo lo relativo al pensamiento y a las
emociones y sentimientos.
En esta dimensión
también se trata de ayudar a lograr la integración mental y emocional a través
de las dinámicas, de la reflexión personal, del diálogo y del acompañamiento
individual. El trabajo de la misma nos permitirá el autoconocimiento, el
descubrimiento de la individualidad del otro y del Otro.
Dimensión Social
“El colegio viatoriano, como estructura al
servicio de la sociedad, ofrece y propone un programa educativo integral, para la construcción de un mundo mejor según
la Doctrina Social de la Iglesia”[10].
En la interacción con
los otros la persona los descubre. Los procesos de apoyo, la ayuda mutua, el
cuidado de quienes se encuentran en situaciones de debilidad, el trabajo por la
promoción y el respeto de la dignidad humana cuando se integran en la
construcción del propio proyecto vital se convierten en elementos
imprescindibles para la autorrealización y llegar a vivir una vida plena.
“La interioridad
cristiana no puede concebirse sin esta dimensión social del ser humano, pues es
la que fundamenta nuestra espiritualidad comunitaria, haciendo de los demás,
especialmente del prójimo necesitado, nuestros otros ‘yo’. Y es en comunión con
los otros y en relación con ellos como descubrimos juntos el paso de Dios por
nuestras vidas”[11].
Dimensión Espiritual
“El colegio viatoriano, como estructura al
servicio de la evangelización de la Iglesia, ofrece y propone un programa educativo integral, en el que presenta
la persona y el mensaje de Jesús de Nazaret como modelo de felicidad”.[12]
Abarca todo lo
relacionado con la capacidad de hacerse preguntas profundas, sobre el sentido
de la vida, sobre las motivaciones profundas de nuestra conducta, sobre la capacidad
de admiración y la sensibilidad y apertura hacia lo trascendente… partiendo de
la experiencia interior. A ello ayudan los ejercicios de escucha, silencio,
meditación. En el centro de la persona se halla el espacio más íntimo de
encuentro con uno mismo, de encuentro con Dios. De encuentro con Jesús de
Nazaret.
4. LA COMPETENCIA ESPIRITUAL ESCALONADA EN CUATRO NIVELES[13]
La competencia espiritual
se pone de manifiesto en la capacidad de hacerse preguntas profundas, de preguntarse
por el sentido de la vida, con la finalidad de sorprenderse y comprometerse con
la realidad del mundo, para trabajar la dimensión trascendente de la existencia
y optar por un compromiso vital desde la experiencia creyente. Esta competencia
se plantea de forma escalonada:
4.1. Competencia espiritual básica
Responde a la búsqueda
de sentido:
·
Identificación
de valores: qué es lo más importante para mí.
·
La
conciencia de sí, el autoconocimiento e introspección.
·
La
personalización y racionalización del valor de cada persona.
·
Los
sentimientos de admiración y posicionamiento ante la belleza, la bondad, la justicia,
etc.
·
Una
vida humana con sentido, pasión, veneración de la realidad, etc.
En definitiva: Opciones
vitales enraizadas en lo más profundo de uno mismo.
4.2. Competencia espiritual trascendente
El ejercicio de esta
competencia conlleva:
·
El
sentido de admiración, maravillarse, la apertura ante lo que me desborda, el
misterio, ir más allá de lo que podemos ver y razonar.
·
La
búsqueda de sentido y de finalidad en las experiencias humanas, la pregunta del
por qué y del sentido de la vida.
·
La
creatividad para expresar pensamientos y sentimientos íntimos.
·
El
trabajo de la capacidad de experimentación de sentimientos de transcendencia y
de la potencialidad.
·
Disposición
humana hacia lo absoluto y trascendente.
·
Conmoverse
ante el misterio de las cosas.
·
Situarse
ante sí mismo, significado de la vida, muerte, destino.
En definitiva, opciones
vitales que abren a los otros.
4.3. Competencia espiritual religiosa
Esta competencia se
desarrolla:
·
Al
interrogarse y plantearse la necesidad de un ser Absoluto que nos trasciende.
·
Al
confesarse creyente.
·
En
la apertura y búsqueda de la verdad.
·
Y
lleva consigo el vivir las manifestaciones religiosas; para ello lo religioso
ha de tener espacios (privados y públicos) que sean respetados.
En definitiva, opciones
vitales que abren al Totalmente Otro.
4.4. Competencia espiritual religiosa cristiana
El cultivo de esta
competencia presupone estos tres niveles:
·
El
conocimiento de la persona de Jesús y de lo cristiano en sus diversos aspectos
históricos y humanos.
·
Interrogarse
acerca de la verosimilitud de que Jesús de Nazaret es algo más que un personaje
histórico.
·
La
propuesta explícita de la fe lleva que al descubrimiento de Jesús desde la fe y
a entablar una relación personal con él.
En definitiva, opciones
vitales en sintonía con la propuesta del Dios de Jesucristo.
5. LA ESPIRITUALIDAD VIATORIANA[14]
Nuestra misión con los
niños y jóvenes es contribuir a su educación integral y, según nuestro ideario
y carisma, fomentar su competencia espiritual y posibilitar procesos de
crecimiento en la fe para que les lleven a sentir y vivir su identidad
cristiana.
Identificados con un
estilo propio, educamos la espiritualidad al trabajar los rasgos de la
pedagogía viatoriana.
El P. Querbes vivió
una espiritualidad bíblica, fundamentada en la Palabra de Dios. Jesús invita
siempre a la fe, a la exigencia y a la entrega. Nuestro Fundador respondió a
tal llamada. Une de verdad adoración y amor; por esto se compromete en la
misión.
El evangelio de Juan
resume y concentra la vida cristiana en dos verbos: creer y amar. El P. Querbes
vivió con profundidad esos dos verbos. La fe y el amor iluminan su vida entera.
Su espiritualidad se caracteriza por estos cuatro rasgos:
Una “fe viva e ilustrada”
En la espiritualidad
del P. Querbes, el elemento que se puede considerar como primero es, sin duda
alguna, su “fe viva e ilustrada”. Es una fe que tiene en cuenta la realidad de
la vida. La lectura de la realidad humana mirada con fe, es lectura de los
signos de los tiempos.
Es, por tanto, una fe
que pide alimentarse a través del estudio constante y cada vez más hondo de la
Palabra de Dios, palabra de verdad que permite estar a la altura de las
exigencias, en una época edificada sobre el racionalismo, y que garantiza la
preparación adecuada para la exposición de la catequesis.
“Dios proveerá”
En esta frase
descubrimos la esperanza del P. Querbes. En tiempos del Fundador se habla poco
de la esperanza. Sin embargo, él vive profundamente esta virtud. Él la expresa
en términos de “confianza en la Providencia”, no para dar una explicación fácil
de los acontecimientos, sino para indicar el cuidado que Dios tiene de las
personas: esto empuja tanto al compromiso como a la prudencia.
Cuando se le acumulan
toda clase de pruebas: problemas financieros, físicos, morales, siempre se da
la misma reacción: “Dios no nos fallará”. En las pruebas, se conoce a los
fuertes, los que no se dejan vencer por la desesperanza.
“Celo ardiente y desinteresado”
Este celo es la
caridad en su expresión amplia: el ágape cristiano que se caracteriza por la
gratuidad, el desinterés. En Querbes, debido a su temperamento, se reviste de
tal ardor “que nunca obra por rutina o por costumbre... y teniendo en cuenta su
sencillez y su humildad, este celo no tiene más objetivo que la gloria de Dios
y la salvación de las almas... es indiferente ante los elogios o las
distinciones honoríficas, y se compromete sin desánimos y sin flojeras a lo que
haya que hacer...”. Hasta tal punto que le es casi imposible rechazar las
peticiones de ayuda, fueran las que fueran, incluso las que venían de ultramar.
La indiferencia religiosa que le rodea hace nacer en él la voluntad de servir,
no con incoherencia sino como respuesta a los signos de los tiempos. Su forma
de ser empalma bien con lo que dice san Francisco de Sales: El amor debe llegar
hasta convertirse en celo.
Este celo que le
devora es el que recomienda a sus catequistas como virtud de base,
inmediatamente después de la “fe viva e ilustrada”. Es la aplicación concreta
de lo que quiere que se descubra por medio de la fe.
“Adorado y amado sea Jesús”
Este lema lapidario, usado
por nuestro Fundador, sería como la expresión de un estado de madurez y la
unificación de una experiencia espiritual. Teniendo en cuenta el movimiento
cristológico de su tiempo, el P. Querbes centra su vida y define la misión que
va a dar a los catequistas: adoración y acción, oración y misión, liturgia y
catequesis. La invitación al “celo” se deriva del “sentimiento de la Presencia
de Dios”. Ahí estamos en la más pura tradición bíblica: “Adorarás al Señor tu
Dios, y a él sólo servirás” (Mt 4, 10).
Encontramos esta
expresión en sus escritos a partir de 1830. Esto nos indica que la relación
entre adoración y amor a Jesús brota muy pronto en nuestro Fundador y acompaña
el nacimiento de la Sociedad. Esta orientación cristológica se acompasará poco
a poco con la otra divisa de contenido más misionero: “Dejad que los niños se
acerquen a mí”. Se subraya más la contemplación que la acción. El P. Querbes
vivió para que Jesús “sea adorado y amado.”
Se vive la
contemplación en el encuentro con el Dios que está en los pequeños y en los
pobres, en la misma realidad de los acontecimientos. Escuchando la Palabra de
Dios se profundiza en contemplación. Todo está anclado en la fe. En la misión
de los catequistas, todo proviene del amor que lleva al servicio de Dios y de
los hermanos.
6. LA EDUCACIÓN DE LA ESPIRITUALIDAD
Como en el caso de
cualquier otra facultad humana la educación de la inteligencia espiritual exige
esfuerzo y constancia[15].
En la inteligencia del niño aparecen muy pronto las preguntas sobre los
misterios de la vida. “El ‘porqué’ no tiene final hasta que no se le conduce a
la fuente de todo ser y de toda verdad, donde toda pregunta encuentra su paz”.[16]
¿Qué quiere decir educar la espiritualidad?
Educar la espiritualidad
es un proceso de desvelamiento que forma parte del desarrollo integral de la
persona, de su condición de ser. Educar la espiritualidad es acompañar al niño,
joven, o adulto a descubrir su mundo más íntimo, su potencial interior. Es
ayudarle a que descubra el tesoro que tiene escondido para que pueda
interpretar los contextos de su vida y hacerse sensible a los valores, a las
preguntas de fondo sobre el sentido de la vida, a poner nombre a aquello que
experimenta, aceptando con sencillez las propias capacidades y limitaciones.
“Merece la pena recordar que no se debe confundir la educación de la
inteligencia espiritual con la iniciación a la fe. La iniciación a la fe, a
formar parte de una comunidad religiosa y a practicar sus ritos y
celebraciones, exige una educación de la inteligencia espiritual.”[17]
Evidentemente, la educación de la espiritualidad no rehúye la educación de la
fe, algo propio del carisma viatoriano.
La pregunta del ser
humano por Dios pertenece a la esencia del hombre. “La espiritualidad es precisamente
esta búsqueda, mientras que la religiosidad es el reconocimiento de un Ser
superior del que proviene todo cuanto existe... La religiosidad es intercambio
y transferencia de sentimientos y de pensamiento, un reconocimiento mutuo y una
mutua benevolencia”.[18]
¿Quién educa la espiritualidad?
La espiritualidad es una
experiencia que se contagia. Toda persona implicada en el proceso educativo de
los niños y jóvenes puede incidir en el trabajo de la interioridad desde
diferentes ámbitos. Todo el claustro es agente de la educación de la
interioridad. No son “cosas de los de pastoral”[19].
El educador acompaña
el crecimiento del niño o del joven, ayuda a sacar lo que hay dentro:
sugiriendo, apoyando, animando, orientando, estimulando, insinuando…
favoreciendo que los alumnos recorran un camino personal, siguiendo su propio
ritmo y descubriendo su propia identidad. Para hacer este acompañamiento de
búsqueda, el educador necesita igualmente volver la mirada hacia su interior y
hacer la experiencia. Si se vive, se transmite. ”Los profesores deberán haber
hecho experiencia de las diversas metodologías. Sólo se puede enseñar lo que se
conoce”.[20]
Hacen falta referentes que ayuden a los alumnos a aprender a conmoverse ante la
grandeza que hay, el misterio que vive en todo aquello que existe.[21]
¿Dónde
y cuándo se educa la espiritualidad?[22]
Las materias
curriculares inciden en todas las competencias básicas desarrolladas en la
escuela. Así, pues, la competencia espiritual es un gran espaldarazo para
educar la interioridad desde los diferentes ámbitos y áreas de la escuela. Hay
momentos o ámbitos en que el educador puede provocar y crear situaciones a
través de las cuales desvelar y desarrollar las capacidades idóneas para la
educación de la interioridad. Por otra parte, el educador ha de estar atento y
abierto a las oportunidades extraordinarias que le ofrece el día a día con los
niños y jóvenes. En la realidad escolar se dan diferentes momentos para educar
la interioridad, momentos curriculares y momentos especiales. Por tanto, los
ámbitos de intervención son tan variados como: espacios concretos y específicos
de trabajo de interioridad, asignaturas, diversas actividades de pastoral,
trabajo con las familias, etc.
¿Cómo se educa la espiritualidad?
En el fondo, la
pregunta es: ¿cómo llevar a cabo en una escuela viatoriana la educación en la espiritualidad?
Entendemos que esta formación se realiza en forma de proceso, de camino. Es
importante no confundirlo ni con la iniciación en la fe, o con prácticas o
celebraciones religiosas, ni tampoco con la trasmisión de un saber, sino como
un conjunto de actividades que susciten y despierten el sentir espiritual,
gracias al cual la persona descubre el tesoro que lleva dentro y aprende a
vivir para los otros.[23]
En este punto seguimos
las orientaciones siguientes:[24]
ITINERARIO DE
UNIFICACIÓN DE LAS DIMENSIONES (del exterior al interior):
Viaje a la
interioridad a través de un itinerario constituido por etapas, que va desde la
más externa (corporal) hacia la más profunda, donde “el hombre se siente a
solas con Dios” (GS 16). Proporcionar
una experiencia de camino hacia el interior que ayude a cuidar y desarrollar
las distintas dimensiones de su persona. Para ello, crear un tiempo y un
espacio concreto, o reconvertir, desde la perspectiva de la interioridad,
actividades que ya se llevan a cabo (Plan de acción tutorial, talleres de
oración, celebraciones, mediación escolar, etc.).
ITINERARIO DE INMERSIÓN
(de la cabeza al corazón):
En este camino
integramos cuatro elementos básicos (pedagogía del silencio, la sencillez de
recursos, la repetición de ciertos procesos y la cualidad del esfuerzo); se
trata de aprender a introducir en el ritmo ordinario unos hábitos de
interiorización a través de experiencias breves que posibilitan un nuevo modo
de relacionarse con la realidad. Desde cada asignatura, aprovechando los
recursos que van apareciendo, ofreciendo lenguajes de interioridad sencillos en
tiempos muy reducidos.
COMBINACIÓN DE LOS DOS
ITINERARIOS anteriores:
Quizás sea el camino
ideal ya que implica a más personas y ofrece más posibilidades de
profundización y adecuación al contexto escolar.
Será la opción del
centro y su capacidad y disponibilidad de recursos, sobre todo de personas, lo
que aconsejará el modo como se ha de proceder en cada uno de los centros
viatorianos.
Estudiado
y aprobado por el Comité de Pastoral Educativa y Escolar
Sesión 2ª. Viernes, 2 de junio de 2017
Estudiado
y aprobado por el Equipo de Titularidad
Sesión 65ª. Viernes, 9 de junio de 2017
Estudiado
y dado el visto bueno del Consejo Provincial
Sesión 16ª. Viernes, 16 de junio de 2017
[4] PENO, Óscar Alonso,
“Acompañar. El acompañamiento pastoral a los adolescentes en la escuela“, 2008,
p. 27
[16] Ídem, TORRALBA, p. 305
[18] Ídem, TORRALBA, p. 313
[19] ANDRÉS, E. “La educación de la interioridad” CCS, 2009. p. 44
[20] Ídem, ANDRÉS, E. p. 44.
[21] AA.VV. “La interioridad, un paradigma emergente” PPC, 2004, p. 115:
“Escribió San Alberto Magno: Hay tres tipos de plenitud: plenitud del vaso, que
retiene pero no da; la del canal que da pero no retiene; y la de la fuente, que
retiene y a la vez da. Hay hombres-vaso, que tienen pero no comparten,
espléndidos pero estériles. Hay hombres-canal, que dan de forma vital pero
quedan vacíos. Y hay hombres-fuente, que dan sin vaciarse, riegan sin
disminuir, ofrecen sin secarse” (La interioridad, un paradigma emergente” PPC,
2004, p. 115).
[23] TORRALBA, F., “Inteligencia espiritual”, Plataforma Editorial, p. 308
y 313