El excepcional clima social y político con el que se afrontan las elecciones del 20-D ha llevado a que España atisbe por primera vez, en lontananza, la posibilidad de un gran acuerdo por la educación que elimine la incertidumbre, el sectarismo y las estructuras clientelares que durante décadas han lastrado la formación de sus jóvenes y dificultado su acceso a una economía productiva del conocimiento.