EL GENOMA DEL EDUCADOR VIATORIANO
Valladolid,
28 a 30 de junio de 2013
Palabras del P. Alain Ambeault, csv, en la inauguración
oficial de la
XXV ESCUELA DE
VERANO “SAN VIATOR”
Las comunidades religiosas están viviendo, estos años, un
momento muy especial de su vida. Echar una ojeada demasiado rápida a la
realidad puede conducirnos a conclusiones erróneas: por ejemplo, a decir que los
religiosos están muriendo porque ya no tienen vocaciones. Es cierto que, al
menos en una comunidad como la nuestra, la parte correspondiente a los
religiosos sufre, desde hace muchos años, una gran penuria de vocaciones. Nos
resulta difícil suscitar la generosidad de jóvenes que deseen seguir a Jesús en
la vida consagrada. Pero el número, no es el único criterio para evaluar la vitalidad
de una comunidad. Por mi parte, estoy convencido de que en la vida religiosa no
cuenta sólo el número de componentes de una comunidad determinada sino, más bien, lo que ofrecen las manos de
cada uno de sus miembros. El desafío para la comunidad viatoriana es el de abrir
sus manos y dejarlas abiertas.
La Comunidad Viatoriana es realmente una asociación de
Viatores. Unos son religiosos y otros, laicos. Creemos que el hecho de compartir
estas vocaciones tan diversas brinda a la Iglesia y a nuestra misión una
riqueza única que debemos ofrecer generosamente a quienes caminan junto a nosotros
por la senda de nuestra misión.
Con este acto iniciamos las celebraciones de las bodas de
plata de la Escuela de verano viatoriana. Quiero subrayar dos cosas: el
acontecimiento especial, los 25 años, y el lema de este encuentro: «El genoma
del educador viatoriano ».
Cada año, tanto las personas como las
instituciones celebran un aniversario. Generalmente, no concedemos mucha
importancia a los aniversarios anuales pues es raro que señalen hitos memorables
en la vida. Pero, cuando se trata de aniversarios significativos, como los 25
años: bodas de plata o los 50 años: bodas de oro, sabemos que son ocasiones oportunas
no solamente para celebrar un año más, sino para detenernos y constatar el
camino recorrido, ver aparecer fechas, nombres, recuerdos, etc. En estos
momentos, la fidelidad a algo importante, nos toca el corazón. Estos momentos
son también muy idóneos para mirar en otras direcciones y para enfrentarse al
futuro. Creo que celebrar un aniversario importante es simplemente abrir las
dos puertas que nos ofrece la verificación de la fidelidad; la del pasado, que aparece
espontáneamente en el recuerdo y la del futuro que es como el segundo pulmón de
la fidelidad. Quienes saben dirigirse de una puerta a otra son las personas, mujeres
y hombres, fieles.
Finalmente, el Consejo provincial de España ha propuesto para estos días en que viviremos juntos, el lema: « El genoma del educador viatoriano». Les felicito porque este lema refleja perfectamente la vida de una comunidad como la nuestra: expresa lo que nuestras manos ofrecen. Una comunidad se asfixia si no ofrece lo más preciosos que tiene, es decir la razón principal que reúne y vincula a sus miembros: su carisma. Por eso, el hecho de trabajar en uno de los seis colegios viatorianos de España (o de cualquier otro país) no es sólo tener un trabajo sino, sobre todo, es participar en la misión de nuestra comunidad, entrar en el espíritu de nuestra misión, compartir el alma que hace que mujeres y hombres que se llaman Viatores estén dispuestos a servir y encaminarse hacia el futuro.
25 años de Escuela de verano suscita la admiración de
todos y merece que se agradezca a todos los que, durante estos años, han llevado
la antorcha. Lo que estamos celebrando hoy es una puerta que se abre al futuro.
Éste es el fruto de su labor.
Muchas gracias a todos por su presencia y, ahora, hablemos
del «Genoma del educador viatoriano.
P. Alain Ambeault, c.s.v.
Superior general
Valladolid, a
28 de junio de 2013