“El simple hecho de que la
amplia mayoría de la población del planeta manifiesta tener algún tipo de
creencia espiritual, sea propia o compartida con otras personas, y tanto si
está estructurada dentro de una religión como si no, transmite la clara idea de
que en el fondo del ser humano habitan valores y convicciones que escapan a su
conocimiento o control, pero que de alguna manera le ayudan a enfrentarse a su
vida cotidiana.
Es posible contestar las pequeñas preguntas del día a día con respuestas
igualmente pequeñas, pero para responder a las grandes cuestiones que hay
detrás de nuestra existencia a menudo hace falta recurrir a creencias de orden superior”.
(J. Alcoba)