"Vengo leyendo últimamente muchos aportes dentro de esta línea: la necesidad de recuperar el humor en la enseñanza. La verdad es que siempre pensé más intuitiva que fundamentadamente que las clases tienen que tener una alta dosis de humor, e intenté ponerlo en práctica, pero me doy cuenta de que no resulta tarea sencilla.
En primer lugar, el humor no es igual para todos: lo que a los profesores nos puede resultar gracioso, para los estudiantes puede sonar críptico o bien no entrar ni siquiera en su registro de comprensión. El humor tiene que ver con pautas culturas, con trayectorias, con historias que no siempre conocemos. Claro que existen algunos tipos de humor más “universal”, pero el riesgo de que no provoque gracia también se corre."
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